miércoles, 4 de marzo de 2009

La Casa de los Espíritus

El otro día en la clase de Análisis Literario aprendimos a diferenciar la buena literatura de la mala. Una buena obra literaria hace pensar, dura para siempre y tiene varios significados.
Como se puede observar viendo la cabecera de mi blog, mi libro preferido es El Señor de los Anillos. Pero.. ¿es una buena obra literaria? El año pasado, mi profesor de Literatura, Paco, solía decirnos que un libro era bueno cuando saber el final no era un impedimento para leerlo una y otra vez. Todo el mundo sabe que el Anillo acaba siendo destruido, pero eso no es un inconveniente a la hora de disfrutar de la historia. Sin embargo, ¿qué gracia tiene leer un libro de Agatha Chistie cuando se conoce la identidad del asesino?

Supongo que los puntos de vista de ambos profesores están relacionados. ¿Qué importa el final cuando cada vez que se lee un libro se pueden percibir detalles diferentes?
Por eso el otro día, cuando Lázaro nos explicaba los requisitos que debe cumplir una obra para ser considerada buena literatura, el primer libro que rondaba mi mente era La Casa de los Espíritus. Porque cada vez que he leído ese libro he captado detalles de los que antes no me había percatado. Porque cada vez que lo leo me meto en la piel de un personaje diferente y entiendo la historia de un modo distinto. Porque Isabel Allende puede estar hablando de un personaje durante toda la historia, y que la protagonista sea su nieta, como ocurre en Retrato en Sepia (y quizás también en La Casa de los Espíritus).


Si tuviera la posiblidad de llevar un sólo libro a una isla desierta, sin duda sería uno de los dos libros de Isabel Allende que he mencionado.
Por cierto, la película es fecal.

1 comentario:

Anhelle dijo...

Uhm... la verdad es que los de Agatha Christie tampoco es que hagan pensar mucho. Pero sí que me he releído varias veces Miss Marple y trece problemas, lo adoro =3.

Y ahora que me estoy releyendo Crepúsculo, estoy descubriendo que la autora va dejando más pistas y la cosa se queda más entrelazada de lo que pensaba en un principio.

Claro, que otras veces lees un libro que conoce todo el mundo y te aburre como una ostra. Otras veces, descubres que más allá de los añitos que acumula la historia, hay todo un tesoro en sus páginas. O al menos eso me ocurrió con Los tres mosqueteros y El conde de Montecristo. Que Dumas usara negros me da igual. Lo hacía bien, che.