Hasta hace pocos años la Navidad empezaba cuando El Calvo de la Lotería hacía su aparición estelar deseándonos buena suerte, y el año acababa cuando lo decía Ramontxu desde lo alto de la Puerta del Sol (al igual que el verano empezaba y acababa con la primera y última emisión del Grand Prix, respectivamente.)
Pero ahora las muñecas de Famosa ya no se dirigen al portal, los niños no quieren turrón, turrón, turrón de Antiu Xixona; el Calvo se ha olvidado de nosotros y ya no ponen la clásica película de Papá Noel protagonizada por Tim Allen.
Ya no hay árbol gigante en la Plaza de Cervantes, ni tampoco pista de hielo; y apenas se escuchan las ensordecedoras explosiones de los petardos.
Lo único que me gusta de la Navidad de este año es el anuncio de Freixenet, el más bonito de los últimos años, con las chicas de la selección española de natación sincronizada.
El otro día nos comentó la profesora de alemán lo asombrados que se quedaban sus paisanos al escuchar villancicos españoles, que incitan más al jolgorio que al júbilo por el aniversario de la natividad de jesucristo.
En fin,
Esta noche es Noche buena y mañana, Navidad.
Dame la bota, María, que me voy a emborrachar.
¡Feliz Navidad!