lunes, 6 de septiembre de 2010

Erasmus Galway 2010-11

6 de septiembre del 2010
Comienzan las clases. Los erasmus tenemos un par de semanas para probar todas las clases que queramos antes de matricularnos en las que más nos gusten. Comienzan los problemas. En Alcalá tuve que escoger las asignaturas, bajo el consentimento de la coordinadora, para que me las puedan convalidar con las de la UAH al volver. Como mi carrera no existe en la universidad de Galway, tuve que seleccionar asignaturas de diferentes carreras, como Historia o Inglés. Pues bien, cuando me puse a mirar los horarios, me di cuenta de que una asignatura había dejado de existir y de que otra se impartía en el 2º semestre y no en el 1º. No puedo cambiar esas asignaturas por una cualquiera, tengo que mirar cuidadosamente que el horario no me coincida con las demás, y mi coordinadora de Alcalá le tiene que dar el visto bueno. Aún me falta una asignatura.
Ayer me levanté tranquilamente a las 9.30, feliz porque mi primera clase no empezaba hasta las 4 de la tarde. Tenía pensado emplear la mañana en comprar comida, porque me estaba quedando sin reservas. Pero resulta que ¡oh, sorpresa! a las 12 menos algo me entero de que tenía otra asignatura a la 1. Tuve el tiempo justo para prepararme un insípido filete merluza cocido y comérmelo sin hambre porque había terminado de desayunar dos horas antes.
Después de buscar el edificio y la clase durante un rato, nos metieron un rollo sobre las asignaturas de historia del último curso. Claire y yo nos quedamos con la boca abierta, se supone que en esa clase y a esa hora debía de haber una asignatura de 3º. Empezamos bien. Después ella se fue a la residencia y yo me quedé en el campus porque tenía que solucionar algunas cosas en la Oficina de Relaciones Internacionales. Cuando salí de allí eran casi las 3, y mi siguiente asignatura no empezaba hasta las 4. Pero no me daba tiempo a volver a la residencia, porque como dije varias entradas antes, está en el culo de Galway. Así que pasé prácticamente toda la hora recorriendo el campus mapa en mano hasta encontrar el edificio. Una vez dentro, encontrar el aula fue más fácil de lo que pensaba. Pero el aula estaba vacía, pasaron los minutos y allí no había ni profesores ni alumnos, nadie. Miré y remiré el horario, segura de haberme confundido de aula, pero no. En la puerta había un horario con las asignaturas que se impartían en esa clase, y sin duda estaba en el lugar adecuado a la hora adeuada. Después de esperar más de media hora, me fui a casa con la sensación de haber perdido el día en el campus para nada.

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