lunes, 6 de septiembre de 2010

Erasmus Galway 2010-11

Querido diario.... he decidido desempolvar mi viejo blog y escribir acerca de mis peripecias en Galway, una ciudad del oeste de Irlanda. Llevo pocos días aquí, pero me han pasado algunas cosas dignas de mencionar.

1 de septiembre del 2010
Primer día en Irlanda. Después de dos horas y media de vuelo, con cuatro turbulencias apenas perceptibles, llegué al aeropuerto de Dublín. Mi padre decidió viajar conmigo para ayudarme a cargar con el equipaje y a instalarme en la residencia. Después de comer en el aeropuerto, cogimos un autobús que nos llevaría hasta Galway, exactamente al otro lado de la isla. El conductor era un irlandés de cara rosada y manos enormes que me dijo que cómo iba a ser española si no era morena. El buen hombre se ventiló un plátano renegrido mientras conducía y después tiró la cáscara por la ventana. También mientras conducía se puso a contar su dinero, mandar mensajes por el móvil y pelarse una manzana con una navaja que extrajo de un bolsillo. Úna vez más, arrojó los restos por la ventana. Después de recorrer Irlanda de este a oeste y de hacer buena parte del viaje por mitad del arcén, llegamos a Galway sanos y salvos.

El director de la residencia me había dicho que le avisase cuando llegase a Dublín para que fuera preparando mi apartamento. Pero por lo visto anoté mal su número y me pasé el día intentando contactar con un desconocido. Como consecuencia, llegué a la residencia sin que nadie me estuviera esperando y sin saber cuál era mi apartamento. Menos mal que me había echado una amiga a través del Facebook que me ayudó a contactar con el director. Al cabo de un rato llegó un enviado suyo a enseñarme el apartamento, que resultó ser algo sucio. Estos apartamentos se abren con tarjeta y no con llave. Pues bien, la tarjeta no funcionaba, así que me plantó en un apartamento más sucio todavía. La ventaja es que aún no tengo compañeras y que quizás nunca las tenga.

Pero la cosa no acabó ahí. Resulta que nadie me había explicado el complicado funcionamiento de la ducha, y, pensando que no funcionaba, tuve que ducharme echándome agua de una cazuela. Mientras intentaba ducharme entraron un par de desconocidos en mi apartamento usando su propia tarjeta. Cuando salí del baño, mi pobre padre estaba intentando comunicarse con ellos sin ningún éxito. La residencia se compone de varios apartamentos que, por lo visto, están cedidos por sus correspondientes dueños. Uno de los intrusos era hijo de la dueña de mi apartamento, y como en principio no era ese el apartamento en el que me iba a alojar, no sabían que había alguien ahí.


1 comentario:

albo! dijo...

joder elena... vaya dia jaja
al final has conseguido aclarar todo el lio de las asignaturas?